Primer error: Monopolizar a la otra persona

Realmente común, especialmente entre personas celosas y la verdad… Casi que incluso entre los que no se dicen celosos pero son posesivos.

Este no es un error demasiado extendido entre personas más abiertas y menos necesitadas de la atención ajena, pero sin embargo si es uno de los más conocidos entre las personas de todos los tiempos. ¿Quién no tiene al típico amigo que de repente se echa novia y desaparece del grupo de amigos, y cuando aparece es condicionado a las exigencias de ella?

Muchas mujeres, se convierten en los guardas-jurado de la prisión de su relación de pareja y el pobre chico en el preso de turno: controlan lo que hace, cómo y con quién, en qué momento y lugar. Muchas lo hacen inconscientemente por la necesidad de la compañia del ser querido, pero otras…

Parecieran pensar que la única forma de relación social que tiene permitida ese chico es de cara a ella. Nadie mas tiene cabida en su círculo, y cuando sale debe ser siempre con ella. Por supuesto debe incluirla ipso facto en todos sus planes.

Este es un error que se ve comúnmente en ambos sexos cuando se trata de una persona de media insegura, posesiva, celosa y desconfiada. En muchos hombres recae en una bronca contínua mientras que en las mujeres suele hacer la inflexión en manipulaciones emocionales, o a veces también la consabida broncaza y discusión.

El final, ahora bien, para todos igual. Discusión, «ruptura», reenganche. En algunos casos ya no les da la gana volver y se libran de discusiones juntos… Pero en muchos otros se reconcilian.

La solución a esto, es simple y llana… Al menos de decir. Confianza, sinceridad, dejar tiempo para no intoxicarse de la mutua presencia (echarse de menos también es un regalo, aunque no lo parezca). Empatía, asertividad, comprensión y falta de reactividad sería lo necesario para no saltar a la mínima de hecho.

Todos necesitamos nuestro espacio, y en ocasiones deseamos compartirlo e incluso fusionarlo al de otras personas, pero también solemos necesitar respiros.

Y no es malo concederlos.

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Un comentario

  1. Un error que, efectivamente, lo podemos ver en ambos sexos.
    Conozco infinidad de casos en los que se produce, y me atrevería a afirmar que en el ochenta por ciento de las parejas. Muy triste, sí, pero muy común.
    Pienso que “confianza”, “sinceridad” y “dejar espacio” no es posible si hay un problema de inseguridad considerable.
    No puede existir confianza en los demás si no la hay en uno mismo.

    Luego aparece esa cosa, esa enfermedad horripilante llamada “celos”, y entonces es cuando la relación se convierte en una tremenda pesadilla.

    Y qué poco me gustan las comillas…

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