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Más de un alma gemela, por Binta

Otro de los escritos minimalistas pero cargados de sentido que nos proporciona Binta será lo que haga las delicias de este miércoles en que no estoy presente. El tema de hoy, las almas gemelas y su controversia… En un espacio resumido.

Nuestra cultura nos condiciona a pensar que toda mujer tiene su príncipe azul. No obstante, yo no creo en la teoría de la única alma gemela. Desde luego que puedes enamorarte muchas veces de tu alma gemela.

Y lo más probable es que sean diferentes tipos de enamoramiento dependiendo de la fase vital en la que estés. A medida que creces y cambias, también cambia el tipo de hombre que te va, por tanto, tu alma gemela a los 18 años puede no ser la misma que a los 28. Ese es el motivo de que la mayoría de la gente no se quede con su primer amor.

También puede ocurrir justo lo contrario, que te quedes con la persona incorrecta porque piensas que se trata del amor de tu vida.

Los factores que hicieron que estuvierais juntos al principio, por ejemplo, la pasión y el deseo, no son los que os mantendrán unidos. Encontrar un alma gemela consiste en crear una conexión única con una persona en la que puedes confiar y con la que puedes ser tú misma. Dicho esto liberemonos de la fantasía.

Pensémoslo bien. Imaginar que nuestra alma gemela es un filántropo multimillonario que está como un queso y es casi perfecto no hace más que limitar nuestras posibilidades para conectar con un hombre emocionalmente.

Es como un síndrome, el síndrome del alma gemela, se da cuando formamos en nuestra mente una idea del hombre perfecto.

Eso crea unas condiciones difíciles de cumplir.

La clave está en que encontremos el equilibrio. No tengamos prisa en colocarle a un chico la etiqueta de “alma gemela”, pero tampoco descartemos a alguien por no cumplir todas y cada una de las expectativas que tenemos de “hombre ideal”.

Imaginarse a tu media naranja es maravilloso pero es más realista pensar que eres una naranja completa y que seguro que encuentras otra.

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Un comentario

  1. De hecho muchos autores están empezando a describir el «enamoramiento» como una especia de neurosis obsesiva. El individuo rumia una y otra vez las imaginarias excelencias de esa persona que acaba de entrar en su vida. Esas excelencias poco a poco se disuelven, y esa persona pasa a ser objeto de nuestro cariño y afecto. En cuanto a la pasión sexual, quién sabe cuando cesa, o cuando se agota. Hay tantos elementos contradictorios en el fénomeno de las relaciones humanas, y todos tan distantes entre sí en el cerebro, que parece mentira que puedan unificarse para dar lugar al «amor». Coincido con la máxima del artículo, y sobre todo con el final, pues como decía Wayne W. Dyer en su famoso libro «Tus zonas erróneas»: El estar enamorado, el poder dar y recibir, todas esas cosas empiezan con un ser que es capaz de amarse totalmente a sí mismo.
    Saludos Binta, desde Málaga.

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