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Regresar al «punto cero»: Doctrina del Cero

Buenas queridos contertulios. Hoy, estaba pensando en brindaros una reflexión que ha permitido que yo pueda actuar en demasiadas ocasiones de la manera necesaria y adecuada. No siempre me ha funcionado, y no siempre he recurrido a ello…

Pero os lo garantizo. Es poderosamente eficaz. Se trata de la idea del punto cero, el centro neutral donde no nos decantamos ni nos posicionamos a favor o en contra de nada.

Me gustaría señalar que, a pesar de los miles de modos y maneras que he visto de explicarlo… Mi favorito es el usado por los taoístas (para variar). Voy a mostrarlo con un simple ejemplo, por resumir una extensa -pero valiosa e interesante- lección:

En la mayoría de las aulas, hay ubicada una pizarra. En la misma, cuando el maestro está explicando algo y quiere ayudar al alumno a entenderlo mejor… Recurre a escribir, realizar diagramas o exponer de alguna forma lo que enseña, en la pizarra.

Pero… Cuando la pizarra está llena del todo, ¿qué hace con ella? Vaciarla para poder utilizarla de nuevo. A esto se le llama doctrina del cero: volver a la quietud, pureza o vacuidad… Al «cero», a la nada. Esto es un punto entre lo negativo y lo positivo.

Matizando con otro ejemplo… Cuando conducimos un coche, tenemos el llamado «punto muerto». Esto nos permite tanto mover la palanca para avanzar, como para retroceder. Es por tanto, un punto neutral equilibrado que nos permite decidir con claridad.

Al proponer esta doctrina, el propósito de los maestros taoístas era fomentar y permitir que la gente pudiese recuperar la flexibilidad de su mente, el equilibrio inicial. Se invita a regresar a ese punto donde la claridad de la mente le permite ser flexible y nos permite progresar y crecer.

Quizás no es la doctrina más excitante de todas… Pero tal vez sí la más saludable.

Kheldar

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