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A mí dame canela…

Que aunque me arda todo, me siento vivo.

Dame canela que tiene fuego y tiene vida. Dame ese ardor, dame furor, dame tu risa. Dame una brisa, que estoy cocido… Dame tu boca, calma mi sed. Dame tu ser.

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Image by 五泉散人|wuquan sanren via Flickr

Pero dame canela.

Si sufro tanto, por qué iba a querer canela… ¿Soy masoquista? No sufro en vano. Aunque arda no quema. Calienta el alma, enciende mis ganas, le pone sabor al banquete.

Ven, y dame canela que con eso me tienes. Ven, abre la ventana, que sobran calores… Ven y sé conmigo, ven y hazme tuyo… Si no te arrepientes, juntos alcanzamos lo divino.

La tentación del calor nos espera… El reptil enroscado nos llama, a ver si te atreves y pecas. Ven y reposa en la cama, coqueta. Contonea esas curvas, inquieta. Pégate, aunque estés sujeta y no me dejes domarte. No del todo, nunca entera… Tú y tu fuego; tan fuertes, tan todo, tan siempre.

Toma el control… Pídeme mi canela.

Y con pasión de canela, con palabras del alma, con suspiros de anhelo…

La que ese calor del alma lleva.

Las que la brisa de la verdad traen.

Los que no entienden sino de natural instinto…

Con la esencia de nuestras honestas naturalezas, siénteme y dame tu sentir.

Con la magia de nuestra pureza, hagamos un mundo donde podamos ser. Donde podamos durar. Donde nos entreguemos del todo, sin tapujos.

Sin trampa ni cartón; sin funciones a medio telón. Hagamos real lo de hacer el amor.

Kheldar

PD. – Antes de preguntarme por cómo puede ser esto posible o si es real (porque por supuesto no es un bonito retazo de ficción sino mis vivencias hechas relato)… Os regalaré los oídos hablando sobre pasión, palabras y anhelos… Pero con una cita:

«No se trata de máximas, chistes o vulgarismos en un sentido estricto; sino de palabras, frases y analogías que evocan un sentimiento de honestidad y de sencillez y que llegan al alma. Suelo tropezarme con ellas en las historias de los periódicos o en una conversación casual. Las archivo en mi carpeta y, a veces, alguna de ellas vuelve a salir a la luz en un anuncio al cabo de los años».

LEO BURNETT (1891-1971)

(Y al buen entendedor, con esto le basta).

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4 comentarios

    1. Prueba a meterte una cucharada entera de canela en la boca, y si todavía no lo entiendes… Regresa de nuevo y pregunta por algo más concreto. Otra opción sería que pruebes esos famosos «chicles de canela».

  1. ¿Una cucharada de canela en la boca? ¡Qué cabronazo! Menos mal que no le has recomendado el incienso al pobre chico, joder…

    Un beso, cielo.

    1. Abril, cielo… Qué dulce eres. Tal vez no sea la manera más suave en la que este chico o cualquier persona podría llegar a entender por qué hablo de canela… Pero no se puede decir que no respondí, aunque la manera sea un poquito cabrona.

      Encantado de recibir tu beso y tu presencia, vamos con otro de vuelta. Y vuelve siempre que lo desees.

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