Un día cualquiera…

Sunset on the Cuando
Sunset on the Cuando (Photo credit: mp3ief)

Uno de esos donde cambias de idea mil veces en el espacio de diez minutos, remoloneando antes de levantarte y volver a poner los pies en el suelo para sumergirte en el mundo y sus vaivenes.

Decides salir de la cama y enfrentar lo que venga… Y lo que viene, no lo imaginas.

Las primeras horas del día transcurren de manera extraña. Tienes un humor que contrasta en gran medida… Con lo que recibes la apreciación de que pareces enérgico y feliz pero con un matiz de dolor y tristeza. A eso le añaden un delicioso punto canalla que riega la mañana de unas cuantas risas; pocas, pero agradecidas como el agua en el desierto.

Entre tantas risas, tantas caras, tantas cosas y sobre todo palabras, demasiadas palabras…

Tu mente salta de un lado a otro, haciendo cabriolas en el proceso de expandir tus conocimientos y su funcionalidad. En un momento dado la tienes dando vueltas a dos de los filósofos que mayor influencia han tenido en el pensamiento occidental; al siguiente, estás ordenando tu mente de otra manera gracias a los idiomas o las ciencias…

Y entre medias, no puedes evitar darte cuenta de un vacío.

No es un vacío de ausencia. Tampoco un vacío de carencia.

Es el vacío más escabroso de todos… El de aquello que sabes que está, pero que debes obviar. Poco más o menos como hacen algunos -a los que todos sentimos compasión por sus madres- con la moral y la ética en este mundo. O más que el de aquello, el de alguien.

A priori no es que importe mucho pasar por alto a una persona, según se dieran los intercambios y las conversaciones, según hayan sido las circunstancias con esa persona. Cuando las cosas han sido buenas y prometedoras; te cagarías en todos los santos del calendario.

Muchos rompen a pensar aquí si merece la pena tanta cavilación (comida de tarro para las mentes simples) por una persona que no seas tú mismo. Aunque, sorpresivamente…

Suele merecer la pena.

De hecho; lo que más merece la pena -para colmo de extrañeza- es evitar pensamientos tan simpáticos como los de algunos no tan conocidos por todos, pero mucho más inspiradores en cuanto a compadecerse de sus madres se refiere.

Pensamientos del calibre «yo soy un bien escaso, yo soy un premio que deben ganarse, yo soy un macho alfa»… Que a lo que conducen es a tener un simio engalanado enfrente de tu cara. Cuando los simios a los que aludo no dejan de pensar en una persona se consideran infectados por ella.

Se lo toman como una enfermedad incapacitante (¿incapacitante de qué? imagino que de sus intentos por entrar bajo cada falda que ven) que deben erradicar drásticamente con la mayor prontitud posible… So pena de que acabe uno hecho un calzonazos de calibre, dicen.

Y generalmente, lo intentan demonizando a la persona que tanto les da que pensar y condenándose a un encierro en sí mismos en tanto que tratarán de sacar a esa persona de su mente. Borrando cada posibilidad de recordarla, aunque sea con cariño y felicidad; y cada posibilidad de contacto. En cuanto a esto, el modus operandi suele ser el mismo:

  • Purga de toda red social y medio de contacto.
  • Solicitud a las personas conocidas por ambos de no hablar sobre ella.
  • Intentos de cacería (es decir, de encontrar sustitutaS para esa persona).

Para gente de mi pensar, esas salidas de pastoreo -es decir, a mover el ganado y ver si pueden cobrar alguna pieza– son una de las cosas que demuestran una absoluta falta de interés real por tener una relación plena con las demás personas…

Porque son fruto de un autoconvencimiento, de una muestra de autoengaño en cuanto a que debes «hacer que te resbale» lo que te ocurre y estar por encima de ello. Ser inmutable.

Francamente, desecho por completo ese pensamiento… Por estos motivos.

  • Cuando las cosas «te resbalan», no hay una verdadera entrega por tu parte. No hay verdadera apertura, ni hay verdadera conexión. No es tu verdad, sino tu capricho; lo que demuestras entonces de cara al resto.

No estás dando al mundo una verdadera muestra de tu persona, ni te estás involucrando con los demás realmente. Estás demasiado ocupado manteniendo una apariencia de imperturbable y ajeno al mundo que te rodea, de preocuparte solo de tus propios intereses.

  • Cuando consideras que una persona «te infecta» porque te apetece estar con ella y no con otras; estás destruyendo la misma base de tu felicidad: el autoconocimiento.

El autoconocimiento se basa en saber quién eres, qué quieres, dónde te encuentras y hacia dónde te diriges… ¿Contra qué atenta pues, el considerar que una persona con la que quieres estar es una infección o una enfermedad? Aparte de contra tus emociones, digo.

  • Cuando intentas sacar un clavo con otro clavo, rompes la tabla. Tratar de pasar página a través del libertinaje indiscriminado deja bastantes conflictos abiertos por dentro.

Forzarte a olvidar a alguien no es agradable nunca. Y mucho menos si el medio que usas involucra a otras personas, que para colmo pueden verse perjudicadas por el hecho de que quieras utilizarlas (sí, utilizarlas) para borrar a alguien de tu mente y de tu vida.

~~

Al tomar todas estas acciones, tal vez sin darte cuenta (o a sabiendas, quizás) estás faltando al respeto a esa persona que te encuentras en el espejo cada vez que lo miras. Y también a lo que esa persona piensa, siente y desea.

A su lugar en el mundo, su realidad y su identidad.

Hay días en los que tienes que tomar la decisión entre emprender estas acciones u otras.

Costa Adeje viewed from Freebird catamaran
Costa Adeje viewed from Freebird catamaran (Photo credit: Wikipedia)

Para mí, merece la pena el pensar y el sentir… Y en especial, el comunicarlo a los demás. Esa realidad merece ser honrada y compartida, todavía más si cabe; si la otra persona está dispuesta a escuchar.

Si quieres llamarlo quemar todas las cartas antes de retirarte de la partida, adelante.

Si quieres llamarlo un acto de sinceridad hacia una persona que te importa, adelante.

Si quieres llamarlo luchar por lo que quieres, adelante.

Para mí es… Lo que vine a hacer en el mundo: vivir mi vida de la manera más honesta y abierta posible en cuanto a todo lo que me concierne. Y si se da el caso de que me enfrento a que alguien me gusta tanto como para pensar en ella -pensar en la situación sobre todo, y en todos los sentidos; buenos y malos- aunque hayamos tenido que distanciarnos…

Obviamente; llegará un momento donde ordene mis asuntos internos y se los comunique. Lo que ella haga al respecto, es asunto suyo… Y yo me lo tomaré como lo sienta en el momento que ocurra. ¿Qué quiere decir esto?

Que, casi más que evidentemente, lo que hagas no es una garantía de éxito.

Sea lo que sea lo que consideres por éxito… A mí me basta con que sean capaces de conocer, comprender y aceptar lo que les quiero contar. Eso ya es éxito al comunicarse.

Lo que de ahí resulte…

Forma parte de otro día, y probablemente todavía está por ver.

Entre tanto, seguiré con mi Alquimia Interna; en busca de una vida más liberada y auténtica… Y por qué no, también más feliz, atractiva y digna de ser compartida con los demás.

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Muchísimas gracias por tu compañía y colaboración.

Un abrazo, y vuelve cuando quieras.

Kheldar

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2 comentarios

  1. ‘Cuando intentas sacar un clavo con otro clavo, rompes la tabla. Tratar de pasar página a través del libertinaje indiscriminado deja bastantes conflictos abiertos por dentro.’

    Muy buena frase Sergio, ya la había oído, pero, el hecho de contextualizarla de esa manera, la enriquece mucho más.

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