Concentración a prueba de bombas – estudia, trabaja y funciona bajo condiciones extremas

Este es uno de mis artículos más personales, y por azares del destino ha tocado que sea un texto sobre concentración.

Durante toda mi vida, he tenido la necesidad de conocer, comprender y aprovechar lo que algunos dan en llamar mi “mente de mono”: saltarina, caprichosa y muy azarosa.

A cada hora se me cruzan miles de ideas por la cabeza, y todas ellas llaman mi atención.

Algunas tienen algo que ver directamente con lo que hago en el momento, pero la mayor parte son estímulos y conexiones al azar (tengo «momentos click» donde recuerdo o encuentro algo que, al menos para mí, encaja en el rompecabezas). Son cosas que me distraen si no me modero.

Al final he dado con una forma en que mi concentración funcione como necesito, o si lo prefieres, como debería.

Es una forma muy a mi medida, por lo que puede serte útil si te pasa lo que a mí.

Digamos que si…

  • Te distraes con facilidad.
  • Tienes molestias constantes de todo tipo: te interrumpen, hay ruido inevitablemente, sufres dolores o enfermedades que te agoten o te fuercen a adaptar las cosas…
  • No dispones de un buen ambiente y lugar, y no puedes cambiarlo.
  • Rechazas o no te gustan los métodos rígidos.
  • Sudas de ir a la biblioteca o a casa de otra persona a estudiar.

Básicamente, lo que te voy a proponer ahora es una forma de salirte con la tuya (lo cual supongo que es cumplir con tu deber; o con tu deseo, en su caso) y poder estudiar o trabajar el tiempo que necesites, rindiendo al máximo y sin privarte de nada.

Por supuesto, es una forma que crea puentes. ¿Y a qué me refiero con esto?

También es un texto que sirve para esos padres que no comprenden qué les pasa a sus hijos, para que les ayuden a evitar el fracaso escolar de un modo más humano y próximo a ellos.

Los papás y mamás podéis encontrarle utilidad si…

  • Tu hijo/a no se concentra en un solo tema y te frustra creer que es inconstante o hiperactivo/a.
  • No encuentras maneras de que aprenda lo que debe y se divierta al mismo tiempo.
  • Ves que lo que le apasiona colma su tiempo y rompe sus horarios.
  • Notas o sabes que no se siente a gusto estudiando donde y como lo hace.

Un aviso a tiempo: Este texto supera las 5000 palabras, y puede llevarte un buen rato leerlo.

Es más, a mí me tomó cosa de cuatro horas y media escribirlo. Normalmente tengo mis textos (de entre 1000 y 2000 palabras) listos en media hora.

Como confío en tu interés por aumentar tu rendimiento, por concentrarte mejor y por funcionar al máximo; decidí no acortarlo. Por favor: dedica un tiempo a leer, probar y cosechar los frutos; y no desestimes el contenido por su longitud.

¿Te interesa de verdad el asunto de la concentración? Pues sigue leyendo.

Vamos a poner un poco de orden en este texto, porque me ha salido largo.

Tendremos varios temas diferentes, pero por exigencias del guion (por las propias características de lo que cuento, vaya) estarán bastante mezclados:

  • ¿Por qué escribir algo como esto, y qué “credenciales” tengo?
  • ¿Qué he hecho para triunfar a pesar de todo?
  • ¿Qué podemos hacer si nos falta perseverancia, motivación o interés?
  • Y posiblemente, algún recurso interesante.

Y ahora, manos a la obra.

Unos antecedentes, para sentar las bases

Actualmente (en marzo de 2015, que es cuando escribo este texto y lo publico) tengo 23 años. Desde los 6 años se me reconoce como persona de altas capacidades (anteriormente “superdotado”, término que coexiste con la mención anterior).

Con intereses muy concretos, y una tendencia a centrarme solamente en eso.

Y desde 2018 soy Graduado en Pedagogía por la Universidad Complutense de Madrid. Tres años después de haber escrito este texto.

Además de unos rasgos de mi personalidad como estudiante y «aprendedor»

Si ves mis expedientes académicos, observarás que nunca suspendí nada hasta sexto de primaria.

A los 10 años ya tenía un vocabulario muy desarrollado y complejo; fruto de una afición por leer que a veces ha llegado a ser insana.

Ir a clase con sueño por quedarme leyendo hasta tarde no suena demasiado bien, ¿verdad? Al menos no si eres profe o tienes algo que ver con educación, crianza y salud. Aunque para los que estudian la pasión, la motivación y el compromiso, yo «estaba en la zona».

A pesar de mis suspensos en sexto de primaria (ya que, si no recuerdo mal, hubo alguno); accedí a la secundaria.

Allí nunca suspendí las materias de Inglés y Francés. El resto del currículo, según a quién tuviese de profesor.

El caso es que, tras repetir 1º y 2º de la ESO, decidí abandonar el instituto. Bastante antes de cumplir los 16 años, por cierto; que es la edad exigida para la baja voluntaria.

Mi baja se debió a una mezcla de no sentirme a gusto allí por problemas de salud; y no encontrarme suficientemente retado ni satisfecho con las circunstancias. Aprendía más y mejor por mi cuenta, tirando de mis comunidades en internet.

(Visto así, normal que haya acabado montando comunidades de aprendizaje como salida profesional…)

En mi caso, y visto el panorama; dejé de asistir a clase desde los 14-15 años. A partir de ahí, fui a lo mío.

Desde que salí del instituto probé de todo, dentro y fuera del sistema.

También tuve sesiones con un psicólogo (todo un profesional a quien recomendaría sin duda); que me enseñó truquillos para sobrellevar la tensión y quitarle importancia a las molestias.

[piopialo]Ya entonces tenía claro que no eres nadie sin estudios, ni alguien por tenerlos…

Es la formación (o experiencia si prefieres) y la suma de capacidades que te procures lo que cuenta. Eso y la manera en que lo hagas.[/piopialo]

No importa si tienes que salirte de lo común mientras das con tu forma ideal. Tienes otras opciones y todas son dignas, con lo que hay permiso para romper moldes.

Así que no te angusties.

Siempre hay modos y tiempo para sacarse títulos oficiales, si las ganas acompañan.

Esa es la fase temprana, la del darse cuenta de lo que tienes entre manos y responsabilizarte de tu proyecto vital.

Consultar y pedir apoyo es buena idea, pero juzgar y decidir es cosa tuya.

Un ejemplo personal: Cuando yo abandoné mis estudios y no quería hacer nada relacionado con el sistema educativo, algunas personas me miraban por encima del hombro y me tachaban de ignorante… Incluso siendo amigas y amigos míos.

¡Tenías que ver nuestras discusiones!

Me soltaban el manido discurso de que sin esos títulos no vales ni para barrendero… Y eso es mentira, porque en España, para trabajar de barrendero tienes que aprobar una oposición, tengas la formación que tengas.

(Pregúntale a los universitarios que terminaron barriendo porque no les sale nada de lo suyo y tienen que comer igualmente.)

Me decían que tendría menos oportunidades, que no querrían contratarme en ninguna parte y que no iba a saber moverme por la vida.

Tenían mucho miedo e iban a ciegas… Pero los amo, por querer protegerme de una posible mala decisión.

Mis amigos y allegados, aunque preocupados por mí, seguían con una mentalidad encajonada; finamente condicionada a pensar que titularse y optar a un empleo es la única vía para medrar en la vida.

Y acabaron por verle los cuernos al toro… Cuando les pincharon.

Casi todos ellos han afrontado (en su debido momento, me gusta pensar) su momento de fracaso por seguir ese camino a ciegas; pensando mínimamente en lo que les gustaría hacer y lo que de verdad se ajusta a sus capacidades.

Han tenido que replantearse su proyecto vital y reorientarlo mucho más tarde que yo.

De hecho, bastantes veces con consecuencias peores que las que tuve yo.

  • Algunos tienen carreras inacabadas y se han cambiado a otra. Los más tenaces arrastran materias suspensas porque quieren acabar lo que empezaron y le han cogido el gusto a aquello.
  • Una parte de esa gente dejó de estudiar, como yo. Pero se metieron a trabajar y lo están retomando ahora como pueden. Parte de estos no tienen ni la ESO, pero tienen años de experiencia laboral (cosa de la que muchos estudiantes de carrera carecen, así que a callarse la jeta con las burlas).
  • Y unos cuantos han ido rebotando de instituto en instituto, probando a hacer distintas modalidades de bachillerato y de formación profesional. También cuentan con algo de experiencia laboral.

Entre tanto, yo quería ganarme la vida haciendo lo que me gustaba.

Por eso existen mis proyectos personales, y por eso me estás leyendo ahora en este blog.

No creía (y no creo tampoco ahora, que conste) en trabajar por cuenta ajena. Y menos, en poner el culo para hacer un trabajo que no me represente y me chupe la vida y las ganas de vivirla.

Quise ponerme a hacer servicio a los demás, y por eso entré en el mundo de las terapias y las formaciones.

Por eso he terminado formándome yo como pedagogo: para aprender a aprender, aprender a enseñar, y enseñar a los que quieren enseñar y aprender (porque se ve que me gusta mandar).

Así que podemos nombrar como tal el paso 1: descubrimiento y toma de conciencia.

Este primer paso es continuo y recurrente.

Al menos, lo es si te importa lo que está siendo de tu vida y lo que puede ser de ella.

Había problemas en mi caso, y algunos han sobrevivido hasta hoy… Así que me tocó aceptar y descubrir el alcance de los mismos. En otro orden de cosas, tenía que descubrir intereses y pasiones (pero esto ya te he contado cómo lo hice en párrafos anteriores).

Sin tener esos estímulos (palabra que prefiero a “motivaciones”) como guía y principio fundamental, ni siquiera es posible decidir el rumbo.

¿Te falta el estímulo adecuado? Pues tampoco puedes tomarte tu trayectoria estudiantil como un proceso mecánico y rutinario. Ni mucho menos asumirla como un medio para tus fines.

El paso 2 es también curioso: dejar de huir de los problemas y afrontarlos.

Un poco más sencillo de definir y de aplicar, si me preguntas.

Observa que no digo “aceptar que tienes un problema”. Cuando dejas de huir de ellos, dejas de rechazarlos. Cuando los afrontas es porque los reconoces.

Un pequeño inciso: mientras escribo, escucho a mi madre y sus gritos estridentes porque le apetece decir lo que sea o comentar algo que ha pensado al azar, así como un redoble de campanas de una iglesia cercana y lo que mi madre tiene puesto en la tele.

Estoy en otro cuarto de la casa, y aun así me entero. Hay alguien escribiéndome por Facebook y por WhatsApp, con lo que mi teléfono también está reclamando mi atención. Sin embargo, seguiré escribiendo.

Este, por ejemplo, es uno de mis «problemas», transformado en una ventaja.

Me he habituado tanto a un entorno lleno de ruidos y distracciones que ahora me beneficia más tenerlos que no tenerlos. Esa es la paradoja del asunto.

Otros son, como te imaginarás, no contar con una zona óptima para el trabajo o el estudio. Acompañaré este artículo con una foto de mis apuntes para una materia, sobre mi escritorio, con el lugar donde estudio habitualmente.

¿Tú serías capaz de estudiar o trabajar y mantener la concentración con una tele siempre puesta en tus morros? ¡Pues a mí no me quedaba otra!
¿Tú serías capaz de estudiar o trabajar y mantener la concentración con una tele siempre puesta en tus morros? ¡Pues a mí no me quedaba otra!

¿Ves eso?

No, no lo digo porque la foto saliera algo oscura.

Es una tele de 40 pulgadas a menos de 30 centímetros de mi cara.

Está encendida las 24 horas del día, salvo que mi madre salga de casa.

En el momento de la foto estaban poniendo una película de la saga Fast & Furious. No recuerdo cuál, pero ahí se ve a Vin Diesel en su papel de Dominic Toretto.

La saqué porque una amiga dice que es incapaz de concentrarse para estudiar; y quise enseñarle en qué ambiente estudiaba yo en ese entonces (por aquello repelente de “si yo puedo, tú puedes”).

De ahí extraemos el paso 3: relativizar (quitar importancia) y buscar ventajas.

Para mí la ventaja de esto es que la tele hace de colchón para los ruidos de fondo (por ejemplo: los coches y las voces de la calle; o los gritos de mi abuela en el salón, ya que padece de demencia senil).

No me quita los comentarios de mi madre, ni las interrupciones o impertinencias de la familia y del teléfono, pero me resulta más fácil ignorar algo que he visto mil veces (por mucho que me guste) y centrarme en lo que tengo entre manos.

¿Y cuando has atenuado las molestias, qué te queda?

Pues ponerte a ti mismo en juego.

Empezar a evaluar todas tus capacidades y calibrar tu nivel de habilidad, para ponerte un punto de partida y poder documentar tus mejoras.

¿Te apetece que continuemos enumerando los siete pasos? ¡Vamos a ello!

El paso 4 es afinar tus habilidades.

Si sabes lo que tienes, es un pecado que no lo uses.

Y si te falta algo importante, consíguetelo o despiértalo (es más probable que lo hayas aparcado a que carezcas de ello directamente, créeme).

Por ejemplo, mi mente saltarina hace que me cueste centrarme… Pero no me lo impide, si yo sé cómo funciona y cómo fluir con ella.

La atención selectiva es una habilidad parecida al gesto de poner una presa o un grifo: tienes un caudal que regular y unos medios para hacerlo. Si aprendes a manejarlos bien; ni tendrás inundaciones, ni te reventarán en los morros.

A la forma de manejar esos caudales es a lo que llamamos «concentrarse». Si cierras todo el grifo y solamente dejas pasar lo que tenga que ver con «estudiar Historia del Arte», ya estás concentrándote.

Cada cierto tiempo conviene que lo abras más, para que salga todo aquello que se acumula mientras te concentras (en especial ansiedades y fatigas varias).

¿No te mola practicar con técnicas de meditación?

También puedes practicar la concentración utilizando técnicas de estudio y trabajo aconsejadas por estudiosos del tema, jugando con su aplicación hasta que halles su utilidad para ti.

La más reciente de tales aportaciones (a no ser que haya habido una más actual que yo no conozca) indica que hacer bloques de atención plena durante 21 minutos y permitirte un descanso o una distracción breve para descansar del tema que tratas es muy eficaz para evitar aburrirte y quemarte.

Además, te permite simultanear proyectos y materias de manera compartimentada (en modo multitarea, pero sin confundirlos).

Una nota importante: Si me preguntas por la fuente de esta afirmación, te diré que es una ponencia de un congreso de esos en los que participa gente como Punset, y que era de 2014 (o de finales de 2013 como mucho, porque la conocí el año pasado en primero de carrera).

Era sobre la eficiencia y la capacidad para mantener la atención de forma sostenida a lo largo del tiempo. Si la encuentras, compártela y la añado al texto.

Yo también sonreiría, y seguiría a lo mío. Está guay sentir ese calor humano cuando haces algo que te gusta, y poder mantener la concentración.
Yo también sonreiría, y seguiría a lo mío. Está guay sentir ese calor humano cuando haces algo que te gusta, y poder mantener la concentración.

El paso 5 es ponerte al tajo: ¡trabaja, practica, haz! Ensaya, equivócate, revisa y repite.

Básicamente dicho: no hay forma de mejorar en algo que haces si dejas de hacerlo. Y esa es la única clave para asignaturas técnicas o memorísticas.

¿Algún ejemplo?

  • A dibujar se aprende dibujando y desarrollando la capacidad de tus músculos para transferir lo que tienes en mente al papel (o a lo que sea que uses).
  • Cualquier bloque de Matemáticas lo apruebas conociendo las fórmulas, reglas y conceptos; y sabiendo explicar lo que haces paso por paso.
  • Historia, Economía, Geografía o materias semejantes combinan una parte teórica y una práctica. Exigen que conozcas los términos y conceptos clave, que sepas definirlos y usarlos… Y a la vez, que sepas desarrollar temas y realizar ejercicios (comentarios de texto, de imágenes –mapas, cuadros, fotografías, etc. –, aplicaciones de fórmulas o métodos…) para los que no queda otra que saber manejarte con lo que te piden.

Supongo que se entiende así, ¿no?

Una de esas partes para los papás y mamás: Nosotros aprendemos más y mejor si intentáis hacer lo que sea que tenemos que hacer con nosotros en casa, en comparación a cuando nos lleváis a academias o a clases de refuerzo.

Con vosotros confiamos más. Aunque tenga que venir un profesor particular a casa.

Si no sabéis lo que estamos haciendo, podéis pedirnos que os lo contemos y favorecer un clima donde podamos colaborar con vosotros para estudiar. Y también podéis practicar con nosotros métodos alternativos para llegar a un mismo resultado.

Por ejemplo… ¿Sabéis que hay once formas distintas de hacer una resta? ¿Y que podemos dibujar diagramas en pizarras blancas, en vez de únicamente hacer apuntes y deberes? ¿Y que Minecraft y otros videojuegos pueden ser tan educativos como un libro de texto?

aXEoPyP_460s

Un amigo de internet, de esos que conozco de hace un porrón de años; escribió algo que a él le ayuda a ponerse al tajo (y a organizarse mejor, que es el paso 6).

Lee “Objetivo ‘aprobar este curso’: cómo aprobar y sacar buena nota seas quien seas” en el blog de Vic Blázquez. En cierta medida, este texto complementa el suyo (y viceversa).

Personalmente, me organizo de una forma bastante extravagante. Esto es lo que hago:

  • Ordenador y móvil delante y activos: búsquedas ágiles, consulta con compañeros.
  • Tablet u otro soporte para los apuntes y materiales: lectura, resaltado y subrayado. Esquemas y resúmenes (siempre hechos a mano).
  • Mi caótico ambiente: comodidad, colchón anti-distracciones externas.

Pero eso es lo más típico. Lo que depende de mí. ¿Qué hay de lo que no?

  • ¿Posibles distracciones?: Termino lo que hago en ese momento en un punto donde puedo retomarlo con pérdida mínima de información, y si procede, cambio el foco de atención. Las ideas son muy volátiles.
    • Mientras escribo, por ejemplo, he estado a punto de perder frases o incluso párrafos enteros porque mi madre me ha pedido un euro suelto, porque han llamado al timbre y porque me han preguntado por la noche del viernes.
  • ¿Citas ineludibles?: Ante plazos, encuentros programados y similares; doy prioridad a lo que más cerca esté de la fecha de entrega.

Así es como he estudiado hasta ahora, y como sigo estudiando para mi etapa actual.

Cabe comentar que en la universidad estoy teniendo bastante suerte. Me explico.

Solamente tengo unas cuatro semanas de exámenes por curso, agrupadas en febrero y junio (con las recuperaciones en septiembre). Entre tanto, tengo que entregar prácticas y cumplir con trabajos individuales y grupales.

Esto no era para nada así en bachillerato, ni creo que sea común fuera de mi carrera y facultad concretamente.

Por esto mismo es por lo que hablo del paso 7, que es definir tus prioridades.

Combinándolas con la capacidad multitarea mejorada del paso 4, puedes terminar tus tareas en tiempo récord… Y dedicarte únicamente a repasar, corregir y mejorar lo que sea preciso.

Esto es, por supuesto, si no te gusta meterte atracones a última hora.

Hay personas que rinden mejor cuando ven la fecha límite más cerca, y organizan así sus prioridades. Yo no rindo ni mejor ni peor, pero me paso más tiempo con las tareas que van a caducar pronto.

¿Qué pasa con la memorización, entonces? ¿No es una buena forma de concentración?

Tal vez lo sea si te dedicas a rezar, a hacer guías turísticas o a contar historias.

Y es cierto que se valora mucho como mecanismo de aprendizaje, pero bueno…

Yo no acudo a la memorización porque me parece superficial y no siento que perdure. Al menos, no si no me paso la vida recuperando la información y repitiendo el aprendizaje.

Acabo de describirte lo que hago y cómo lo hago.

Esta forma de trabajar me permite recordar las cosas sin dedicarles una cantidad excesiva de tiempo de estudio.

Todo depende de cuánto necesite dominar y retener, y en qué grado, y con qué fines.

No soy como otro compañero de bachillerato, que aprobaba sus exámenes estudiando media hora antes por tener una memoria impresionante (aunque la mía también es potente)… Y por eso le presto bastante más de media hora de atención y trabajo a las cosas.

Tampoco me aprendo rigurosamente y a rajatabla las cosas tal y como vienen en los libros… Y por supuesto, yo también me he aprendido lo que tengo que exponer en clase mirándolo tres o cuatro veces.

Podemos decir que afiné mi retentiva y aprendí a darle un uso adecuado, que no generalizado.

Y para eso, lo único que hice fue leer mucho y aprender a contar historias. Otros pueden hacer lo mismo si estudian música y aprenden a interpretar un montón de canciones, por ejemplo.

Algunos prefieren mirarlo dos veces nada más para que les suene –una al hacer el PowerPoint y otra al resumir el contenido y comprobar que no falte nada importante–, y tener ese resumen como chuleta que consultar por si se pierden o les falta algo).

Pero sin embargo, te recuerdo (o te revelo, si es la primera vez que me lees) que me he sacado la ESO en una mañana sin estudiar para ningún examen; y también que aprobé todo bachillerato (y la selectividad/PAU/PAEG) estudiando únicamente los tres días de antes.

¿El resultado de mi estrategia de concentración? Atiende…

En el momento de escribir este texto, solamente dispongo de dos referencias interesantes para ti:

  • Una media de 7,24 en bachillerato.
  • Una nota de máximo 9,98 (por ponderaciones) sobre 14 en selectividad.

Calcula, si no me crees:

dsc_0744
Mi boletín de notas de Selectividad, expedido por la Universidad de Alcalá de Henares y certificado en Junio de 2013.

En esta foto se ven mis calificaciones de la Selectividad, el instituto donde cursé bachillerato, mi media allí y la media de la fase general de la prueba. Los porcentajes que ponderan de ambas medias son lo que explica ese 7,494.

Puedo subir hasta 9,98 en carreras donde Geografía y Economía de la Empresa se ponderan con 0,2 (la mayoría de las de Humanidades y Ciencias Sociales, por ejemplo).

Actualizo en 2020 para compartirte mi progreso en la Universidad, como estudiante de Pedagogía.

Mis calificaciones han variado entre el 5 y el 9, dedicando la misma metodología y los mismos esfuerzos a todas las asignaturas.

La media global me ha quedado en 6,27 puntos sobre 10. Tal como esperaba, por otro lado, por razones que es políticamente incorrecto mencionar.

Por eso, aquí te dejo con un par de observaciones:

  • Durante la carrera, he podido notar cómo el criterio personal del profesor y su valoración sobre ti afectan a tus calificaciones. Por supuesto, afectan aparte y a pesar de los criterios objetivos (tu producción y la evaluación de la misma).
  • Algunos profesores también valoran tu implicación y que les animes el clima del aula con tus preguntas y aportaciones. Y en mi caso, eso suponía hasta un 10% del total de la nota.

Y de esto vamos a derivar una conclusión.

¿Pude tener mejores notas en Bachillerato, Selectividad, y en la Universidad?

Por supuesto. Si es lo que te motiva, cúrratelo más que yo.

Aprende lo que le gusta a tus profesores y cómo dárselo.

En mi caso, prefiero aprender antes que ir a por nota… Y para que me entiendas bien, te diré por qué prefiero esto.

A veces, ir a por nota exige que te aprendas de memorieta y punto por punto los apuntes o el libro de texto. Otras veces, depende del criterio del profesor.

Cada cual tiene mayor o menor exigencia y se toma más o menos tiempo para ver si sabes lo que haces, en vez de si únicamente has memorizado.

  • Algunos van directamente a ver si sabes memorizar,
  • Y otros van a ver si eres lo bastante maduro para comprender lo que estudias y poder aplicarlo.

Ahora bien, aunque eso es un poco tómbola, en el momento actual (gracias a ciertas tendencias renovadoras), prima el saber útil al saber memorístico. O eso dicen.

Eso sí, para algunas cosas no tendrás otra que memorizar lo mejor que sepas. En especial cuando se trata de fórmulas (Matemáticas, Física, Química, Economía) y cómo aplicarlas.

¿Cuál fue mi caso particular?

En algunas materias de bachiller no saqué más de un 6 en ningún examen, y sin embargo en selectividad tenía un 7 y un 8,25 en los exámenes de esas mismas materias. Del mismo modo, en otra en la que siempre tuve dieces, me pusieron un 8,75.

El mismo patrón se repitió en la universidad. Además, pude comprobar que recibimos calificaciones distintas presentando trabajos idénticos. Y que, de media, los chicos del grupo recibíamos hasta 2 puntos menos que las chicas en nuestras calificaciones.

Yo no hice ni más ni menos esfuerzo, sino el mismo de siempre… Y me sirvió para aprender y para aprobar, al mismo tiempo.

Así que no te obsesiones.

Tú trabaja bien y hazlo para aprender. El aprobado vendrá, con o sin notas altas.

¿Consejos para bachillerato, selectividad y a posteriori?

Una de las cosas que más te conviene aprender es a exponer las cosas de forma clara y completa, que es lo que piden la mayoría de los profesores, independientemente de su criterio de corrección.

Ser conciso no es tan importante, porque un examen no es una charla de ascensor… Pero importa porque los profesores odian la paja de relleno, y puedes encontrarte preguntas enteras tachadas (incluso la parte que tengas bien).

Ante la duda, hártate a practicar para tus exámenes.

Un minitruco: Usa tus apuntes como campo de prácticas. Si son completos, precisos y sintetizan bien el tema… ¡Premio!

Recuerda siempre que en un examen no tienes que temer por el tiempo (en especial si tienes de dos a cuatro horas). Más que ser conciso, tienes que saber sintetizar y manejar la información que te piden correctamente.

Como ejemplo personal… Yo terminaba mis exámenes en media hora o tres cuartos de hora. Nunca llegaba a ocupar el espacio máximo permitido (si eran tres folios, llenaba dos como mucho).

Y no sólo por mi letra. Podrían haber sido más completos y elaborados.

Una técnica memorística: Algunos de mis compañeros (y en especial la chica que consiguió la matrícula de honor en mi promoción de bachillerato) solucionaban eso de «hacer un examen incompleto» aprendiéndose punto por punto y coma por coma el texto del profesor, del libro y etc.

Si hacía falta, lo copiaban y lo leían miles de veces. Lo subrayaban, lo leían, lo iban tachando y lo volvían a hacer de nuevo. Después, intentaban escribirlo de memoria y comparaban versiones. Y vuelta a empezar.

Esa era su propia concentración a prueba de bombas.

Aunque se estresaban mucho más que el resto de nosotros, con lo que no sé yo hasta qué punto es rentable.

Al final, se trata de que pruebes cosas y te quedes con las que te gustan y te sirven.

Aquí he querido descubrirte varias que, en mi experiencia, reforzarán tu rendimiento.

Transformando las palabras en actos: cómo aplicar mis 7 pasos para la concentración a prueba de bombas

Para que se comprenda lo que hice, aplicaré los pasos que estoy explicando.

Primer Paso para aplicar la concentración a prueba de bombas:

Descubrí muchas cosas sobre mí y mis gustos, antes de volver a las aulas (por decisión propia, y para disciplinarme yo mismo). También durante el bachillerato.

Fue algo así:

  • Antes de ponerme con todo esto, abrí mi blog y empecé con los temas del autoconocimiento, el bienestar y el desarrollo personal. Ya me interesaban la Psicología, la Filosofía y la Sociología. Practicar artes marciales me ayudó a serenarme y atemperarme, cosa que agradezco y recomiendo siempre que puedo.

Mi familia me ayudó en lo que pudo. De hecho, me pagaron varias formaciones y me descubrieron la carrera que estoy estudiando actualmente. Y aceptaron mis decisiones por mucho que fuesen contra sus deseos; que es todavía más importante para mí.

Aunque lo más importante de este paso, es esto que te voy a contar ahora.

  • Académicamente conocí el tipo de estudiante que soy. Activo, se puede decir. Odio quedarme quieto en la silla; y si no hago algo que me interese, termino por dormirme en el sitio. Haga lo que haga. Y escogí la rama de bachillerato más por mis relaciones con las materias que por mis intenciones futuras.

De hecho… En matemáticas necesité de mucha ayuda, y por eso me centré en las ciencias sociales; dejando aparte los números tanto como pude. Preferí ponerme con Literatura, Geografía y Economía (porque tenía menos números que Matemáticas) a coger Griego y Latín, o Biología y otras materias de ciencias.

Aparte… Creo que era el único de mi clase al que le gustaba estudiar Filosofía.

Segundo Paso para aplicar la concentración a prueba de bombas:

No quería estudiar bachillerato en modalidad presencial porque odio los horarios, y ciertas situaciones que pueden darse en las aulas; pero tampoco quería esperar a tener 25 años para intentar entrar a la universidad. Que era mi deseo desde los 14 años: ir a sacarme cualquier carrera que me motivase. En antiguas entradas del blog hablé de Psicología, de hecho. Como puede que te extrañe, te comento esto mejor…

No me gustaba ir a clase porque hay ciertos ambientes que no soporto (por las migrañas y la sinusitis, y también por mi forma de ser). Pero bueno, se resolvió con algo de tiempo y de buen ojo para escoger. Encontré un instituto agradable, con un personal de gente muy capaz y cercana. Entré allí en un momento donde yo estaba preparado para tomar esa oportunidad, y me uní a un grupo de personas bastante más maduro y equilibrado que aquellos de los que huía en su día (básicamente, de cafres y cavernícolas que van a clase a chillar, a pelear y a lucirse). Decidí tomarlo como una etapa de transición. Así me fue:

  1. Seguía teniendo una situación complicada en casa. En su momento llegué a estudiar en la habitación de un hospital porque ingresaron a mi abuela, y aprovechar que tenía que quedarme allí de noche para quitarme tareas.
  2. En el instituto me ayudaron con un par de mis problemas, y recibí orientación vocacional sin tener que solicitarla.
  3. Seguí escribiendo en el blog, y las cosas que descubría y experimentaba se reflejaron aquí. No sólo las académicas. También mis relaciones personales, y mis andanzas con TSL y con Ars Amorata.

Tercer Paso para aplicar la concentración a prueba de bombas:

Había cosas más importantes para mí que me permitieron tolerar unas molestias tales como madrugar, cumplir unos horarios y caer en lo que llaman institucionalización. Además de oportunidades muy jugosas, y como dirían en inglés, “mine for the taking” (“al alcance de mi mano y esperando a que las tome” sería la traducción más aproximada que permite comprender todo el contexto de la expresión).

Todo lo que hice fue seguir un consejo que suelo dar: no existe la suerte, sino la observación y el atrevimiento de tomar las oportunidades que descubras… Y, casualmente, descubrí la oportunidad de hacer lo que quería antes de que los cambios en las leyes me lo impidieran.

Cuarto Paso para aplicar la concentración a prueba de bombas:

Como ya he mencionado, aprendí a concentrarme en situaciones que lo dificultan a lo bestia. En muchos casos directamente me niego a hacer cosas que puedan distraerme de la tarea que tengo entre manos, me lo pida quien me lo pida. Todo puede esperar. Y si no puede, que espere igualmente.

Entre otras cosas, aprendí a visualizar, a trazar planes de acción (al nivel de detalle que yo mismo necesito) y a darme descansos.

También he aprendido a dormirme en cualquier momento que me lo permita (especialmente en los trayectos de Madrid a casa y viceversa) cuando es necesario.

Obviamente, hay prioridades que no admiten discusión y son ineludibles. Si no es posible aplicar a mi tarea el punto de retorno descrito en el paso 6, dejo lo que hago y me pongo a ello de nuevo tan pronto como pueda.

Quinto Paso para aplicar la concentración a prueba de bombas:

Me metí a bachillerato y afronté todo lo que requería. Igualmente con la selectividad.

Te contaré algo malo y algo bueno con lo que tuve que vivir en su día:

  1. Tuve problemas con una profesora y pude resolverlos favorablemente al presentar una reclamación formal. Recibí ayuda del centro porque, al parecer, no era el único alumno que lo sufría (pero sí el único que tomó represalias).
  2. Otros profesores me cogieron cierto cariño y me ayudaron con las materias porque demostraba interés y dominio de los conceptos y contenidos, más allá de la memorización. Por supuesto, esto es enteramente aleatorio y cada profesor valora lo que decide que es más importante.

Sexto Paso para aplicar la concentración a prueba de bombas:

Para organizarme, lo único que hice fue hacer mis deberes a diario y, aparte de eso; marcar en calendarios las fechas de entrega de proyectos y los exámenes para controlar los plazos. Y entonces, me bastaba con trabajar de manera consciente. Es decir:

  • Básicamente funcioné así: subrayando mis libros de texto, atendiendo en clase (incluso cuando eran tan pesadas que me dormía) y haciendo mis propios apuntes; así fue como me penetraba en el coco la materia. Además, le soltaba la chapa a cualquiera (por Messenger, WhatsApp y a la cara si se dejaba).
  • Yo no soy una persona de estudiar todos los días, pero con hacer mis tareas cumplía con esa parte (y de hecho, en cierto modo, para eso están los deberes). Si crees que te conviene algo parecido pero con un poco más de control y estructura; Victor cuenta una forma de organización más metódica en su texto. No la he probado, pero parece útil y consciente… Y bastante trabajada.

¿Y el séptimo paso para esa concentración de la que tanto presumo?

Ese lo he ido aplicando y reaplicando una y otra vez, día tras día.

Es como tiene más sentido hacerlo para mí. ¿Cómo lo harías tú?

Y bien, esto es todo lo que hay que añadir al tema. Pasemos a otra cosa.

thump_4019755barra-separadora1

Como puedes comprobar, soy algo así como la antítesis del estudiante modelo.

Sin embargo, los resultados de lo que hice son innegables.

Por resumir, siempre traté de:

  1. Tomar conciencia de la situación y descubrir mis capacidades, intereses, y opciones.
  2. Enfrentarme al camino establecido (mi demonio particular) y usarlo para ir a donde yo quería llegar en vez de dejarme conducir a otra parte… Además de mirar a la cara a mis problemas y no permitir que me frenen más.
  3. Quitarle hierro a esos problemas y ponérselo a las soluciones, a las metas, a los sueños. Teniendo algo más importante que las molestias me liberé de su yugo.

    Todo esto ya es bastante para medrar, pero no paré ahí…

  4. Ya que estaba conociendo tanto sobre mí; busqué qué era lo que la situación me obligaba a hacer y me impedía hacer… Y afiné todas mis habilidades, en especial las que tenía que poner en práctica para funcionar en lo que me propuse.
  5. Hice lo que debía hacer… Aunque para algunas personas no fuera tan diligente, o no estuviera encima de ello varias horas a diario. Encontré mi forma útil de hacerlo.
  6. Con ayuda de mi forma útil, puse en orden las ideas, las obligaciones, los apetitos y los deseos… Ya que sin orden, todo se atasca. De hecho, una curiosidad: las personas superdotadas somos famosísimas por tardar en ordenar nuestras ideas antes de arrancar, y por hacer las cosas mucho más rápido de lo normal cuando lo hemos hecho.
  7. Una vez establecidas mis prioridades y mis plazos, fui cumpliendo con ellos de acuerdo a su importancia. Aprendí a relegar y a decir que no.

###

¿Qué te parece si me cuentas tus trucos de concentración para rendir al máximo y no fallar jamás?

Hay quien dice que son cosas de sentido común… ¿A ti te lo parecen?

Y de paso, ¿comprendes ahora un poquito mejor mi mecánica de concentración extrema?

¿Te verías capaz de funcionar así? 😛

Todas las fotos de este artículo salvo dos están tomadas de internet, buscando «concentración gamer«. Están más que difundidas, pero en concreto son captions de YouTube y un poster de 9gag.

Sobre el texto, ya sabes… Si te gusta y te sirve, comenta y comparte. Te hace más sexy. 😉

 


¿Te gusta lo que has leído? Ayúdame a seguir creando contenidos mediante mi Patreon.

Publicaciones Similares

2 comentarios

  1. Sergio, grandísimo aporte el que acabas de hacer en este comentario. Decirte que hacía tiempo que conocía de muchas de las cosas que hablas a ti gracias a Berto Pena, autor del blog ThinkWasabi, y a Omar Carreño, autor a su vez del blog Análisis Realista.

    Como muestra de mi gratitud con toda la labor que haces, me gustaría compartir contigo los enlaces a los blogs, para que les eches un buen vistazo. No digo un simple vistazo, digo un «buen vistazo». Lo digo así porque son de los sitios que recomendaría a aquel que esté interesado de verdad en mejorar su vida, como tu blog.

    Sigue con este blog y con la labor tan importante que haces, porque hay gente que lo agradece de verdad, como es mi caso 😉

    http://thinkwasabi.com/

    1. Muchas gracias, Edu. Habrá que bucear en ambos sitios, principalmente para conocer en persona a los autores.

      Sobre estos temas… Ya se sabe que lo humano de la idea es poder conectar a través de ella, y que no se gana o pierde nada por tenerla antes o después o al mismo tiempo (aunque los académicos igual me despellejan si les digo que el descubrimiento de sus vidas no significa nada si a nadie más se le ha ocurrido).

      Espero seguir teniendo noticias tuyas, porque eso siempre anima a continuar.

      Un abrazo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *