La libertad en las relaciones no depende únicamente de tener o no carta blanca en ellas.
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Hasta la Libertad puede esclavizarte

No hace mucho, me han escrito un texto demasiado personal para hacerme una consulta. No me han permitido revelarlo, pero sí darle respuesta pública y compartir el problema percibido sin los detalles más jugosos (lo siento por los cotillas).

Se trata de una amiga mía que, desde que terminó una relación muy larga, se ha dedicado a «evitar enamorarse»… Como diría ella. Se esfuerza por mantener una constante de conocer gente nueva y mantener por un tiempo a su lado a los chicos que más le agradan.

Su inquietud viene del hecho de que, de repente, ha dado con una persona con quien le gustaría estar en exclusiva… Pero piensa que si lo intenta siquiera, se cargará lo que ya tienen. Y lo cree porque ya le ha pasado antes, con lo cual tiene ese temor instalado.

A partir de aquí, dejo la respuesta. He tardado en dar con ella.

Amiga, entiendo de dónde nace tu curiosidad. Me he preguntado cosas parecidas durante los últimos tres años. Tras montones de ratos dedicados a la introspección y a probar mis opciones, descubrí esto:

Para comenzar, me gustaría invitarte a considerar que la perspectiva desde la que piensas no te sirve como debería, y no te permite vivir tus emociones ni ser verdaderamente LIBRE para decidir. No se diferencia mucho, en ese sentido, de la que tiene una persona que crea firmemente en relaciones exclusivas en las que vayan de cabeza al altar. ¿Por qué digo esto?

Bueno…

Lo primero que me preguntas es si el hecho de tener exclusividad disminuye el interés y la atracción sexual que siente el otro por ti.

Esa pregunta y el pensamiento que la inspira son calcados a cuando un chico me pregunta si ignorar a una mujer, no responder a sus mensajes/llamadas y que vea que le interesas a otras chicas hace que le intereses más… O si tiene algún efecto siquiera. Aunque tu curiosidad sea genuina, piensa que la pregunta viene de una mentalidad de juego. Acción en busca de reacción.

Por otro lado, parece que tu idea tan abierta sobre las relaciones tiene un curioso efecto en la forma en que crees que te perciben (y en la forma en la que en efecto te perciben) los demás.

Y no hay nada de malo en eso.

¿Has probado a sentirte simplemente a gusto contigo, y a rodearte más de las personas que te aceptan y te quieren ya solamente con ser tú misma?

La manera en la que argumentas tu postura me recuerda a varias personas que conozco por cuestiones del Poliamor y la Seducción. Y aunque esa forma de relacionarse sea más adecuada en ciertos sentidos y hay medios certeros para que te sirva; pienso que no es apta para todo el mundo.

Tal como lo veo yo, si uno necesita defender algo con el mismo fervor que vuelcan los religiosos defendiendo su religión, con el mismo que las personas conservadoras defienden el matrimonio heterosexual por encima de todo… Ya empiezo a sospechar. Me hace pensar que los actos y las experiencias que afrontamos tienen más que ver con lo que otra persona nos ha inoculado, que con lo que llevamos nosotros realmente dentro… Es decir, con haber comprobado si a nosotros, personalmente, nos sienta bien o no.

Quiero hacer un énfasis en este último punto, que ha sido mi tema central durante los últimos meses.

Me dí cuenta de que estaba cayendo en el cliché de aferrarse a las relaciones abiertas ciegamente, ¡porque parece que me va mucho mejor así que con las exclusivas!

Como resultado, me he visto en la necesidad de explicar a cada mujer que conocía y con la que empezaba a tener intimidad por qué es tan buena idea y compartir mis emociones y experiencias. Y sin embargo, no me paraba del todo a sentir (aunque fuese por un instante) lo que me pedía el cuerpo. Ha sido brutalmente chocante para mí descubrir que he estado siendo tan ciego como las personas a las que acusaba de ser acérrimos defensores de la monogamia (si no más).

Solamente en tiempos más recientes he tenido auténtico espacio para tomar decisiones y liderar mis interacciones en la dirección adecuada (pues ya fuese por logro o por evasión, me había quedado pillado evitando caer en las ideas de otro e imponiendo siempre las mías).

Así que me permití romper con mi patrón y probar algo distinto.

Llevo un año viendo a la misma persona casi exclusivamente. No es que sienta que no quiero estar con otras mujeres (de hecho, estoy cuando realmente me apetece estar)… Simplemente, ocurre que ya no pienso que debo estar con otra persona para que las cosas salgan bien y nadie se agobie dentro de la relación.

Ahora mismo, lo que ocurre es que ambos experimentamos con las personas que nos gustan con fuerza, con garra. Nos permitimos conocerlas. Al fin y al cabo, nos respetamos tanto como para que no haya inseguridades ni celos. Y quizás el hecho de que somos más amigos que amantes tenga mucho que ver, también.

Hay algo en el hecho de que no me afecte tan negativamente como podría que ella me diga que le gusta otro chico, que me reconforta. Siento que he llegado a un punto donde ya no me limito a seguir este modelo a ciegas. Ni ella ni yo hacemos uso de nuestra libertad a lo tonto, porque «haya que aprovecharla» ya que la tenemos.

He tenido bastantes años y situaciones como para cansarme de muchas cosas y dar con un par de respuestas útiles… Y por ello, precisamente, acabo contagiando a más personas de las que se interesarían si fuese tan radical como los que dicen «sólo conmigo o sin mí».

Ten en cuenta que nunca he pensado que mi crecimiento como persona, ni mucho menos como hombre, dependan más de la cantidad de relaciones que mantengo que de su calidad y profundidad.

De hecho, ahora favorezco el equilibrio entre ambas cosas. Intento ver hasta qué punto la calidad se resiente cuando la cantidad aumenta.

Lejos de eso, si algún día siento que estar con alguien no añade ningún valor a quien yo soy como persona, prefiero dedicarle mi tiempo de otra manera; y explorar mi intimidad con quienes sí me inspiran valor añadido. Con quienes suman, vaya.

No voy por ahí echando garfios de abordaje a diestro y siniestro en el nombre de la libertad, tampoco. Si alguien me interesa de verdad, se lo hago saber. Y si es recíproco y se puede dar, suele salir bien (aunque no sea en el sentido que cualquiera esperaría o desearía).

Todo mi éxito sentimental se debe a que me permito conectar con mis emociones y deseos reales, en vez de funcionar por evasión de la norma.

Por fuerza, terminé confiando en mi experiencia por encima de cualquier aprendizaje o filosofía de vida que me he encontrado hasta hoy. Y me siento bastante libre y muy aliviado de ver que mi realidad interna está en expansión y crecimiento, gracias a ello.

Me encanta estar con quien estoy, hasta que termine. Para algunas personas de las que te he mencionado antes, tiene más sentido incluso el divertirse juntos introduciendo a terceros que el divertirse por separado. Todo son opciones propias…

Así pues, te invito a pensar si el hecho de que te apetezca a ratos más y a ratos menos el ver a otra persona, es quizás un reflejo de que has trascendido estos dos modos de relación… Y por consiguiente, ya estás preparada para decidir y definir el tuyo propio. En profundidad, íntimamente ligado a ti y a lo que vives con las personas que te rodean. Que de verdad te represente (sea eso como TÚ DECIDAS que sea).

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Mi invitación para ti si tienes dudas sobre libertad en las relaciones y tipos de acuerdos, y te llenas la cabeza de pajas mentales con facilidad

Si te encuentras en esta clase de situaciones y no sientes que nada te aporte claridad, prueba a leerte Todo, Menos Marear: el libro para amar libremente y sin dolores de cabeza.

Para cualquier duda o aclaración sobre este texto, contacta a través de los canales previstos. Si tienes consultas más privadas, usa el formulario de contacto del blog o infórmate sobre mi curso de Relaciones Auténticas.

Y por supuesto, participa en la discusión.

¿Qué hay de ti? ¿Persigues un tipo de relación específico, o más bien evitas alguno? ¿A qué se debe? ¿Decides sobre la marcha, en cada caso específico, o vas a piñón fijo?

Tus respuestas, si quieres compartirlas, van en el formulario de comentarios.


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3 comentarios

  1. Hola Sergio!

    Gracias por compartir el texto y la reflexión nacida de tu experiencia.

    Coincido mayormente con tu escrito; lo radical de posicionarse en ambos extremos y la lucha frente a la naturaleza de uno (que suele tender, por lo común, a mayor arraigo emocional o mayor arraigo por el margen de libertad que da para experimentar cosas). En general, la palabra ‘libertad’ está de moda y, claro, no hay una fórmula universal que cure y solucione todo. La libertad no es inmune al error y no puede sanar o solucionar todos los aspectos de la vida, por increíble que parezca. Una paradoja.

    Percibo y agrego, que esta amiga tuya parece tener un miedo al compromiso con otra persona por un detalle que he visto a lo largo de los años: las relaciones largas, pueden ocasionar una privación de experimentar el mundo.

    Repito, no tiene por qué, pero en mi experiencia personal y en la observada en muchas amistades, hay una constricción en la interacción final con el mundo de tener una relación prolongada. Con el mundo, significa no solo con el sexo opuesto, significa en todo el ramo de vivencias humanas. Es lógico, cuando organizas tu vida junto a una persona con la que finalmente compartes mucho tiempo.

    No es incompatible llevar una vida plena de actividades y emprendimientos en pareja, para nada, pero: debes dar con la persona adecuada a tu esquema de acción y tú debes tener la solidez para no prescindir de tu vida y ambiciones por centrarte demasiado (o que pida que te centres) en tu pareja. Si se suma eres alguien en los 18-30 años, pienso se puede agudizar ese ímpetu.

    El problema es juzgar el todo por la parte, una falacia, y no puedes generalizar a partir de una relación única. El problema es que uno no experimenta relaciones como cervezas. Para poder contrastar entre varias lleva años.

    Un saludo!

    1. Todo depende de cómo vivas la vida y afrontes tus relaciones… Conozco ejemplos de todo lo imaginable, y yo mismo soy ejemplo para casos atípicos (como la total falta de celos y posesividad, que es lo que más le llama la atención a la mayoría).

      Por desgracia, el conocimiento y las respuestas las construimos o sobre la experiencia o anticipándose a ella. En un caso corremos el peligro de estancarnos y provocar un error heurístico, y en el otro el de dar cabida a un desajuste que nos lleve a vivir por debajo de nuestras posibilidades y lejos de nuestras intenciones.

      Como bien dices, no hay fórmulas… Pero siempre pueden haber ganas de tomar decisiones. 🙂

      Gracias por dejar una reflexión tan extensa y aportar al debate. Bienvenido cuando gustes.

  2. Más que perseguir un tipo de relación en concreto lo que busco es conexión con las personas. Una conexión que me haga sentir segura, en confianza, que me permita ser yo misma y que no me genere un dolor de cabeza a largo plazo.

    Que a veces esa conexión puede llevar a una relación, se puede dar, pero en general no es lo que busco, lo encuentro porque hay cosas que son inevitables a la final, porque vivimos en un mundo donde hay que ponerle etiquetas a todo y estamos en la necesidad de darle un nombre a las cosas que vivimos o las relaciones que construimos para que tengan un verdadero sentido, ante nosotros y los demás.

    Soy del pensar que cada persona debe construir el tipo de relación que mejor se acomode a 1) su filosofía de vida 2) su forma de ser y 3) sus deseos y necesidades. Que puede ser un tipo de relación que no exista en el gran marco de relaciones que hay hoy en día, pues créate tu propio tipo de relación, que es el normalito de siempre, pues genial también, que es el liberal, el poliamoroso o el estar soltero de por vida. Pues genial.

    Lo importante es ser honesto y fiel a ti mismo. Si logras serlo, lo demás llegará y se dará, porque cuando tú tienes las cosas claras el camino te brindará. Pero eso sí, sin miedos, porque el miedo nos frena y cuando frenamos podemos perdernos grandes oportunidades 🙂

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