Filosofía LVEF: Mirar la carta

¿A qué puede referirse un título tan somero?

Decisiones
Decisiones (Photo credit: _Marius_)

Seremos algo más concretos. Vamos a llamar a la gran cantidad de opciones abiertas en la propia vida que puedan tomarse en cualquier momento «nuestra carta».

La mayor parte de la gente no pasa de ninguna de las cartas que se forman en su vida.

No sabemos tomar decisiones, ni dejamos de saber tomarlas. Vivimos a salto de mata entre un error y el siguiente; o entre acierto y error. Entre aciertos y más aciertos es poco habitual, aunque no imposible (si no, a santo de qué se va a sentir uno «en racha»).

Más allá de eso: muchas veces tendemos a dejar que las decisiones las tome otro. O que nos imponga su voluntad y anule nuestro derecho a decidir lo que hacemos, lo que damos y lo que recibimos, con quién nos relacionamos… Siendo esta una de las mayores fuentes de infelicidad que se conocen.

No somos ajenos a los casos de personas que se han visto afectadas por sus decisiones: el caso más sencillo de ver dentro de lo habitual son las personas obnubiladas en demasía por su pareja, algún familiar o alguna persona con cierta relevancia en sus círculos (jefes, profesores, etc.); que sin ir más lejos llegan a los extremos de comentar que los días se suceden entre ratos de felicidad intachable y ratos de dolorosas discusiones.

Este maniqueísmo tan peculiar dentro de las personas (mezcla de abandonar o perder la toma de decisiones con el hecho de vivir entre el amor y el odio) me hace pensar en que la gente dentro de esa situación se encuentre realmente cómoda; excepto en los momentos más placenteros. Dando mi opinión más personal; yo no soportaría sentirme -y verme- ninguneado.

Entre capear el temporal de muestras de afecto, respeto o aprecio desorbitadas; casi como compensación a los ataques que tienen que soportar -en ocasiones demasiado graves- en el continuo de sus vidas… Algunas personas demuestran una cierta incapacidad -a menudo escogida voluntariamente por ellos mismos- para avanzar en sus vidas y tomar una opción que les aparte del camino que llevan; situándoles en uno más eficiente en la búsqueda de la felicidad.

O al menos uno que produzca ganancia sin pérdida de salud emocional y social.

Parece mentira, pero a pesar de que toda nuestra naturaleza y sociedad está orientada a buscar la felicidad… Muchas veces nosotros mismos no sabemos juzgar bien la carta de las opciones que se supone nos conducen a ella. Al no saber ver las opciones que contiene, no movernos de acuerdo a lo más conveniente no solo a nuestro interés sino a nuestro bienestar, o no atreverse a probar otra de ellas; nos estamos cohartando de una manera tan grave que no sería de extrañar la infelicidad que todos en algún momento que otro acusamos. Y que muchos no son capaces de superar por mucho rato.

El consejo de esta vez es rápido y sencillo… Empieza a responsabilizarte de ti.

Empieza a tomar decisiones y asumir el riesgo de equivocarte, pues así también puedes decir que te pertenece el honor y gloria de tus aciertos. No te dejes amilanar por los ataques dirigidos a minarte y conducirte por un camino donde a su juicio estarías mejor.

Aprende a identificar a la gente tóxica a tu alrededor y haz lo posible por nulificar su influencia. En el coaching existe, por ejemplo, la herramienta llamada Cero Parásitos. La función específica de esta herramienta es ayudarte a identificar todas y cada una de las fugas de energía y bienestar que hay en tu vida (ya sean personas de cualquier esfera en tu vida, tus actos y hábitos, tus pensamientos y forma de ser) y permitir ver las causas de tus fugas.

Al permitir ver estas causas también te permite un cambio con conocimiento de causa.

Lo cual se traduce en un cambio real, duradero y efectivo.

Habrá cosas que, como hemos dicho antes, no se quiera cambiar… Bueno, la libertad que permite esta herramienta es esa misma. Se limita a señalarte qué cosas te suponen una fuga y poner de manifiesto la necesidad de solventarlo; aunque uno siempre puede decidir dejarlo así.

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Un abrazo, y vuelve cuando quieras.

Kheldar

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